8 sept 2011

Cees Nooteboom en Buenos Aires

Entre los escritores invitados a la III edición del Filba (Festival Internacional de Literatura de Buenos Aires) se destaca el neerlandés Cees Nooteboom, candidato a Premio Nobel, quien subraya en su literatura la influencia de Jorge Luis Borges y de Juan Carlos Onetti.

Sus libros, distribuidos en la Argentina por los sellos Random House y Siruela, conquistaron un público en el mercado europeo, en el norte y en el sur, pero su entrada en los Estados Unidos se volvió muy complicada, "por demasiado filosófica", según cuenta el autor de En las montañas de Holanda.

Nooteboom nació en La Haya en 1933 y dedicó la mayor parte de su vida a viajar por el mundo y a traducir poesía; sus crónicas han sido publicadas en las revistas especializadas, recopiladas y editadas en

La desaparición del muro, de próxima aparición en la Argentina.

Publicó, entre otros libros, Rituales (1984); La historia siguiente(1992); El desvío a Santiago (1993), ¡Mokusei! (1994), El día de todas las almas (2000), Hotel Nómada (2002); Perdido en el Paraíso (2006) y Los zorros vienen de noche (2011).

De buen humor, el escritor contó que conoció la popularidad "después de aparecer en la televisión alemana", junto a su amigo, el filósofo Rudiger Safransky, que dio pie a la publicación de La historia siguiente, que alcanzó el millón de ejemplares vendidos en ese idioma.

"Se trataba de un libro que se regalaba, una vez pasada determinada cantidad de dinero. Esa fue la razón de semejante cantidad. Pero también el apoyo crítico de los diarios y revistas más influyentes", dice Nooteboom.

El escritor alude a Samuel Beckett y a W.G. Sebald a la hora de pensar en esa novela de identidades cambiadas, sueños vacíos, cambio de idiomas, extrañamiento, deshoras.

"Yo recuerdo que me fui a Lisboa. No sabía qué escribir. Pero sabía que tenía un formato acotado y un tiempo límite. Eso a veces es un acicate, otras un problema. En mi caso, es un problema, porque no soy de los escritores que se manejan con argumentos previos".

Nooteboom tiene una casa en España, "donde escribo más tranquilo". Pero esa vez "no daba en el clavo... hasta que me llamaron los libreros alemanes y esa noche tuve un sueño. Alguien se despierta en un hotel, no sabe dónde está". En efecto, ese es el comienzo de la novela.

El narrador, que tiene una conversación digresiva, va y viene por sus influencias (Beckett, Nabokov, Gombrowicz, Pound, Valery), asegura que "en Buenos Aires se respira literatura".
Por esa razón, no se explica por qué la editorial no pasa a libro de bolsillo el resto de sus libros, "como sucede en Colombia y en México, en Italia y en España, que son los países que mejor los reciben".

"Es obvio, a mí me interesa vender, pero me interesa mucho más que me lean. Y eso es lo que quiero que suceda. Es lo que no sucede, por ejemplo, en los Estados Unidos y en menor medida, en Inglaterra, donde la literatura que habla, de alguna u otra manera, de la muerte o la caducidad, no pasa", dice el invitado.

¿Por qué la muerte es un tabú en las culturas anglicano-calvinistas? "No tengo una hipótesis al respecto. Pero sospecho que el optimismo artificial que mueve a ese mercado incluye a la literatura".

"Por supuesto, nadie puede decir que en esos países no existan excepciones, en la musica, la literatura, el cine. Pero la idea de entretenimiento es más fuerte que cualquier otra. Y, en ese sentido, mis textos suenan muy filosóficos", desliza y echa una carcajada sonora.

Finalmente, cuenta que su admiración por Borges "es más que superlativa, sobre todo después de estudiar el castellano. Pero ahora estoy muy interesado en Juan Carlos Onetti, el uruguayo. Incluso estuve en Montevideo para saber cómo y dónde vivió".

"Y muchos me han hablado de Juan José Saer, a quien no leí, pero es una de las primeras cosas que voy a hacer cuando esté tranquilo, y termine toda esta locura, incluido el Nobel", concluye Nooteboom.



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