Lo ocurrido aquel día en la casa del barrio de Mullholland, propiedad de Jack Nicholson (el actor estaba en un viaje de esquí fuera de la ciudad) levantó una tormenta que casi cuatro décadas después está lejos de aplacarse.
Hubo una demanda y las partes llegaron a un acuerdo —el cargo final que el director admitía era sexo con una menor—, pero el juez dio marcha atrás en el último momento. La fuga de Polanski de EE UU en 1978 y la polémica que le acecha desde entonces, con voces que lo defienden y jueces que lo persiguen, ha acallado casi totalmente la voz de la joven ultrajada que se encuentra en el centro de esta truculenta historia. “Soy más que la niña víctima de un ataque sexual, la etiqueta que me adjudicaron los medios.
También me encasillaron mis compañeros de instituto, empujados por sus padres a mantenerse alejados de esa chica. Ahora cuento mi historia sin ira, pero con un propósito; compartir una realidad que relatada en detalle me permitirá reclamar mi identidad”, declaró Geimer hace un año a través de un comunicado de la editorial Atria, cuando se hizo público el anuncio de la preparación de sus memorias.
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