En el libro de los hermanos Von Debschitz se cuenta, por ejemplo, cómo Fritz Kahn maravilló al mundo con el trabajo que realizó entre 1922 y 1931, un libro en cinco volúmenes llamado La vida del hombre. Con un estilo que huía de la dureza de los libros de texto tradicionales, pero también alejado de un entretenimiento superficial, “a Kahn le preocupaba la iluminación”, según los Von Debschitz. Es decir, que los lectores se asombrasen y entendiesen el mensaje.
“Kahn sabía muy bien de la importancia de los dibujos en la educación. Muchas litografías se creaban según sus instrucciones en el departamento de diseño de la editorial. También trabajó con especialistas freelance, un pequeño círculo de pintores científicos, diseñadores gráficos y arquitectos que transportaban las ideas de Kahn al papel”, cuentan Thilo y Uta en su libro. Así, la obra más conocida de Kahn, el póster El hombre como un palacio industrial, ese que Thilo descubrió por casualidad en una revista rumana, fue en realidad dibujado por el arquitecto Fritz Schüler. De aquella obra, a Uta von Debschitz le gusta “enfatizar” el nombre de la misma: “Es un palacio, y no una casa, porque un palacio siempre es un edificio admirado, algo que se coloca entre lo más alto de la tecnología y del arte, algo realmente especial, con glamour”.
“Lo extraordinario de su trabajo fue su habilidad para combinar lo científico y lo artístico. Eso es algo que se dejó de hacer. O hacías una cosa o la otra, pero no se mezclaba. Por eso la gente empezó a considerar que su obra no era muy científica y la despreciaba”
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