5 jun 2010

'Cien años de soledad' en lengua indígena wayuunaiki

Estaría disponible en la lengua hablada por indígenas de zona limítrofe entre Colombia y Venezuela.

Así se refirió el sábado el experto Félix Carrillo, uno de los impulsores del proyecto de llevar a esa lengua la obra cumbre de Gabriel García Márquez.

García Márquez, ganador del premio Nobel de Literatura en 1982, "ya dio su consentimiento" para que la novela sea traducida en breve al wayuunaiki, señaló Carrillo en entrevistas radiales.

Añadió que el proyecto fue concebido como un mecanismo de difusión de la cultura y reforzamiento de la integración entre los indígenas de la comunidad wayúu, que viven en el departamento de La Guajira y el estado venezolano de Zulia.

Traductores, estudiosos de la lengua y otros expertos de La Guajira, Zulia y la comunidad wayúu participarán en el proyecto, avalado por el ministerio de Cultura de Colombia, según Carrillo.

Además del texto en wayuunaiki, los indígenas podrán contar con un producto audiovisual de la novela de García Márquez, se informó.

Cien años de soledad (1967), que narra la historia de la familia Buendía a través de varias generaciones en el pueblo ficticio de Macondo y menciona episodios del mundo indígena del Caribe, ha sido traducida a más de 35 lenguas.


Via eltiempo

“A las mujeres de la Revolución les faltó prensa”

Este es uno de esos días en los que Lucía Gálvez se queda hasta tarde en el Club El Progreso. La historiadora –egresada en Filosofía y Letras, en la UBA– e investigadora tendrá, en el histórico y señorial edificio porteño de la calle Sarmiento, una jornada extensa que involucrará a la Comisión Directiva y a algunos de los socios de esa institución que nació en 1852, casi con el país.

“Fue creado después de la batalla de Caseros, con fines políticos y económicos. La idea era unificar y poner en contacto las ideas y los hombres… Pero también a las mujeres, una novedad total para la época, porque si este club fuera machista yo no estaría aquí”. De su abuela, la escritora Delfina Bunge (Lucía también es nieta del reconocido historiador Manuel Gálvez), heredó la preocupación por el rol de las mujeres en la historia nacional, un desvelo que la ha llevado a publicar varios libros sobre la cuestión: entre otros, Historias de amor de la historia argentina, Delfina Bunge. Diarios íntimos de una época brillante y Mujeres de la conquista. A lo más alto del podio de sus personajes favoritos sube a Mariquita Sánchez de Thompson, anfitriona de la casa donde por primera vez se cantó el Himno Nacional Argentino. “Ella es una bisagra entre los siglos XVIII y XIX, una época donde –tanto en Europa como acá– el progreso material desplazó a la honra como valor más alto y la vida aburguesada pasó a ser el ideal. En una sociedad con gran autoridad paterna, a Mariquita la querían casar con un hombre a quien ella no amaba. Gracias a un alegato que hoy quedaría moderno, consigue casarse con Martín Thompson. Su actitud no hace más que replicar los aires libertarios que vive el mundo. La casa de los Thompson fue un lugar de reunión de la Sociedad de los Siete, un grupo casi secreto formado por Castelli, Belgrano y el mismo Thompson, entre otros. Mariquita estaba totalmente compenetrada con la Revolución; opinaba sobre política y, al igual que otras mujeres de la época, sus ideas eran escuchadas por sus maridos”, asegura Gálvez quien actualmente dicta clases en la Diplomatura de Cultura Argentina, organizada por el Centro Universitario de Estudios (CUDES), en el marco de los festejos del Bicentenario.

¿Fue importante el rol de la mujer doscientos años atrás? Sí, y no es cierto que mientras más atrás vayamos en el tiempo, mayor será la sujeción de la mujer. Según mi punto de vista, cuando la sociedad está en crisis la mujer tiene más permisos para salirse de su rol de esposa y madre. Y eso fue lo que sucedió en los siglos XVI y XVII, cuando las indias, españolas, criollas y negras fueron elementos esenciales que marcaron el comienzo de nuestra sociedad hispano-criolla. La crisis empezó con las Invasiones inglesas, que cambiaron totalmente el escenario. En ese momento, todas las mujeres se sacrificaron, dieron su juventud, sus afectos y sus vidas por una causa en la que creían.

Pero ese sacrificio no está en los libros de historia... A las mujeres de la Revolución les faltó prensa. A pesar de que hacían de todo e incluso aparecían en protocolos notariales, los historiadores no las nombran en los libros. Una excepción es doña Paula Albarracín, madre de Sarmiento. Para las demás, hubo pocos aplausos. Y eso tiene que ver con que, hasta 1920, la historia social, económica y de mentalidades no era de interés. Antes de eso, siempre hubo descalificación sexual hacia la mujer. En este sentido, leer las cartas y documentos son más reveladores que algunos libros: muestran que en ese momento libertario que hará eclosión en la Revolución de Mayo, las mujeres fueron decisivas. De todas las clases sociales, desde las señoras, hasta las criadas, el coraje de las mujeres se notó más en el norte argentino, donde hubo muertos porque los españoles que estaban en el Alto Perú bajaban para combatir con las tropas de Güemes. En el norte actuaron más que en Buenos Aires.

¿Y en qué situación de género llegó el Centenario, en 1910? El Centenario es, quizás, el momento más importante de la Argentina. Aunque había anarquistas y conventillos, había una gran confianza en el futuro y la grandeza de la patria. Lo pensaban todos: los ricos, los pobres y hasta los inmigrantes, que fueron nuestros grandes patriotas. El país fue una maravilla durante esta época, gracias a la Generación de 1880. Sin embargo, en este momento de fiesta y prosperidad (se terminó el edificio del Congreso y el Teatro Colón, entre otros testigos de la época) la mujer quedó relegada. De tanto imitar a Europa, nos invadió la pacatería y el estiramiento. El corsé y el miriñaque, que reemplazaron a los vestidos livianos y lánguidos de la Revolución, son el reflejo de la situación de la mujer del Centenario: los cronistas de la época remarcan lo bien que bailaban o administraban la Sociedad de Beneficencia; pero, por otro lado, tenían los mismos derechos que chicos de 14 años.

LA MUJER DEL SIGLO. “Hay dos mujeres en la historia argentina que tuvieron poder, pero que, cuando llegaron, sus hombres se los quitaron –cuenta Gálvez–. Una fue Encarnación Ezcurra, mujer de Juan Manuel de Rosas, y la otra fue Eva Perón. Les sucedieron cosas similares en épocas diferentes: cuando sus maridos las necesitaron, las usaron. Las dos mueren jóvenes y a las dos se les hacen exequias impresionantes. El poder de Eva era real, su combustible fue el amor por los desposeídos, pero también el odio. ¿Qué valor tiene que una mujer llegue al poder de la mano de su marido? Por otra parte, lo del voto femenino es otro tema a debatir: el logro fue cuestionado en su momento por Alicia Moreau de Justo y Victoria Ocampo, dos mujeres que habían trabajado por ese objetivo y se sintieron sumamente defraudadas. Más adelante, hubo otras mujeres en la política, como Isabel Martínez de Perón o María Julia Alsogaray, cuyos ejemplos han dejado mucho que desear”.

A la hora de hacer un balance de estos doscientos años, ¿qué nos faltó a las mujeres para poder hacer algo más por el país? Educación política. Pero esto no es materia pendiente sólo de la mujer. Uno de los mayores males de los argentinos en cuanto sociedad es la intolerancia, y hasta que no superemos eso, no vamos a salir.

El amor y el odio, las marchas y contramarchas atraviesan nuestra historia. ¿Alguna vez aprenderemos? La historia es vida en el pasado, y así como los años pueden brindar experiencia a algunos individuos e impedirles que cometan los mismos errores a otros parece no hacerles mella. Los primeros tienen la humildad de reconocer sus errores y aceptar otros razonamientos; a otros la soberbia y los prejuicios les impiden hacer una autocrítica. La historia puede enseñarte hasta un punto, pero las circunstancias cambian… y mucho más en nuestro país. Para bien o para mal. La diferencia que tiene el Bicentenario con el Centenario es que en este último había esperanza segura de que la Argentina estaba encaminada; ahora no tenemos ni optimismo ni esperanza. El gran drama nacional tiene que ver con el predominio de actitudes soberbias y falta de reflexión. Pero, a pesar de todos los problemas que nos acosan somos un país rico.

¿Cómo es posible que siempre hayamos sido ricos pero, al mismo tiempo, cada vez más pobres? Tenemos un patrimonio riquísimo, tanto económico como cultural. Tangible e intangible. Además, somos un pueblo solidario. Sólo bastarían dirigentes que no sean corruptos. La única posibilidad que tienen los más desamparados de salir de su estado de abandono es educación y más educación, lo mismo que clamaban visionarios como Sarmiento y Avellaneda.

¿Hay alguna función específica que tengamos las mujeres en un proyecto de refundación? Potenciar tres características que tenía Mariquita Sánchez de Thompson: sentido común, sensatez y valor por la vida. Ella, además, no quería saber nada con la falta de libertad. Rescato esas virtudes en las Abuelas y las Madres de Plaza de Mayo. Hoy hay muchísimas mujeres que luchan, que se ocupan de la casa y hacen política. La mujer es fundamental en la construcción de la paz. Salvo excepciones, es transmisora de cultura, identidad y afectos. Es cierto que estamos lejos de la gran Argentina del Centenario. Además de estar desunidos y confundidos, tenemos el agregado fatal de la corrupción. Pero tenemos que pelear igual, contra los molinos de viento. Tengo la esperanza de que, por sobre las mezquindades, triunfará el esfuerzo cotidiano de tantos argentinos honestos. Confío en que las instituciones recuperen sus principios republicanos por los cuales tanto trabajaron nuestros ancestros. Lo peor y lo mejor que tenemos es el pueblo. Creo en esa Argentina secreta y callada, la de los que trabajan, estudian y no aparecen en los diarios. No podemos continuar con la actitud maniquea de culpar de todos nuestros males a determinadas figuras históricas. Tampoco es bueno el escepticismo. Tenemos que unirnos. Sólo un grupo de personas de diferentes tendencias y que rechacen la tentación, la arbitrariedad y la omnipotencia puede sacar adelante el país. Para tener la Argentina que queremos hace falta educación, fe y compromiso. Y unión, que es lo que hace la fuerza. Es lo que pasó acá, en el Club El Progreso. Después de la batalla de Caseros, el país todo estaba dividido: unitarios, federales… Sin embargo, esos hombres olvidaron sus rencores para que primara la tolerancia… al menos para discutir. De ahí salió la Constitución, que fue el principio del camino.


via: Parati

31 may 2010

Cuatro hijos , cuatro libros















El olvido que seremos

El martes 25 de agosto de 1987, en la tarde de Medellín, lo asesinaron y, aunque por las numerosas amenazas que sobre él pesaban no era descarriado que pudiese suceder, sólo una semana antes había declarado públicamente: “Yo estoy muy satisfecho con mi vida y no le temo a la muerte, todavía tengo muchos motivos de alegría: cuando estoy con mis nietos, cuando cultivo mis rosas o converso con mi esposa. Sí, aunque no le temo a la muerte, tampoco quiero que me maten, ojalá no me maten: quiero morir rodeado de mis hijos y mis nietos, tranquilamente. Una muerte violenta debe ser aterradora, no me gustaría nada”.

Pero lo hicieron. Le robaron su tiempo. Lo mataron. Le costó la vida su lucha por la igualdad social y su firme defensa de los derechos humanos. A través de El olvido que seremos, su hijo reconstruye con coraje y honestidad y buena literatura, los perfiles de un hombre excepcional que apostó por la vida, la propia y la de aquellos que, en un país cercado por la corrupción, se habían quedado sin voz y sin esperanza.


Mi madre














De su madre habla el premiado con el Pulitzer y PEN/Faulkner, Richard Ford, en su último libro. En Mi madre nos cuenta las andanzas de aquella mujer a la que su madre, la abuela de Ford, hacía pasar por hermana. La mujer que vivió quince años entre carreteras y moteles siguiendo los pasos de un hombre, el padre de Ford, que moriría cuando este no era más que un niño.

Viuda a los 49 años, asumió que la felicidad no estaba hecha para ella y, como le contó a su hijo poco antes de morir, “no está en mi naturaleza ser feliz”. Siete años después de que un cáncer acabase con ella, Ford la recupera y lo hace desde la comprensión, las cicatrices y el sutil deseo de que las cosas hubieran sucedido de otro modo.

“Su mal se la llevó”, apunta el escritor. “Mi cuerpo me ha traicionado” es algo que la recuerdo decir. También decía: “Ahora tengo pocas oportunidades o ninguna”. Y era verdad. No la vi muerta, ni quería hacerlo, simplemente atendí la noticia del hospital cuando me llamaron para decírmelo. Aunque ese mes la vi afrontar la muerte una y otra vez, y por eso creo que ver afrontar la muerte con dignidad y valor no confiere una cosa ni la otra, sino sólo lástima, desamparo y miedo”.

Así fueron las cosas y así las asume el autor construyendo una obra homenaje tan breve (80 páginas) como sentida e intensa.


Patrimonio












La agónica enfermedad de su padre y el inevitable desenlace se constituyen en el método utilizado en 1991 por Philip Roth para no olvidar a su padre. Fue entonces cuando escribió y publicó Patrimonio, un libro que es, al tiempo, crónica y testimonio. Crónica de cómo el tiempo, la vejez y la enfermedad van mellando al ser lleno de fortaleza y encanto que fue Herman Roth, y que ahora, a sus 86 años y víctima de un tumor cerebral, es un ser desvalido y enfrentado a su tiempo final; un hombre en descomposición.

Y testimonio del cara a cara del escritor con la realidad, con la muerte, vivida como una insoslayable humillación. Ese proceso de paulatina difuminación que no lleva a otro sitio más que a la dolorosa desaparición de un ser al que tanto se quiso, “al que tanto se quiere y se echa de menos cuando acaba por irse”, le sirve a Roth para hacer una profunda reflexión sobre el paso del tiempo y la pérdida.

Honestidad a raudales, escepticismo y miedo, mucha cantidad de miedo alberga este Patrimonio, pieza maestra en un género límite que intenta comprender la realidad cuando la muerte pone a prueba la vida.

Tiempo de vida

Acaba de publicarse y ya desde el primer día este Tiempo de vida ha calado. Sin inhibiciones ni exhibicionismos gratuitos, Marcos Giralt Torrente, que en su día obtuviera el Premio Herralde con París, nos coloca frente a una obra que, según el momento, acaricia o araña.

Como él mismo ha explicado, no ha pretendido rendir homenajes ni ajustar cuentas, sino, simplemente, retratar a un padre y a un hijo. Hacer un inventario de vida en el que nada se oculta de forma premeditada. Tristezas, frustraciones y encrucijadas afloran, como lo hacen también descubrimientos, y tiempos de risas y aquellos en los que la felicidad deja de ser una utopía y puede rozarse con la yema de los dedos.













Libro valiente y descarnado. Confesión que desde la primera frase manifiesta su intención de no dejarse nada en el tintero: “El mismo año en que mi padre enfermó publiqué una novela en la que lo mataba”.

Libros a pecho descubierto de personas que quieren a personas queridas. Obras que intentan rescatarlas y que permanezcan un rato más entre los que aún estamos de este lado; el de la luz. Porque como apunta Faciolince al justificar la necesidad de estos textos: sobrevivimos por unos frágiles años, todavía, después de muertos, en la memoria de otros, pero también esa memoria personal, con cada instante que pasa, está siempre más cerca de desaparecer.

Hay muchos más adioses paterno-filiales en la historia de la literatura. Son numerosos los hijos ilustres (Jorge Manrique, Kafka, Naipaul, Albert Cohen, Borges, Martín Amis…) que en desgarrados ejercicios dejaron escrito su penar profundo ante la ausencia de quienes los vieron nacer. Pero en los cuatro ejemplos rescatados (autores vivos y obras recientes), desde distintas perspectivas y circunstancias, subyace la terrible certeza de que el tiempo no recula y, esa evidencia, los (nos) hace vulnerables; eternamente vulnerables.




via:@libreros

30 may 2010

Homero Simpson: el mejor personaje


Homero Simpson fue elegido por la revista Entertainment Weekly como el mejor personaje de ficción de los últimos 20 años, dejando a Harry Potter en el segundo lugar.

En conmemoración de los 20 años de dicha publicación, la revista dedicó su portada a los 100 personajes de ficción del cine y la televisión más recordados por los espectadores, según información del portal Hola.com .

En primer lugar quedó la cabeza de la familia Simpson, seguido por Harry Potter. Buffy, la cazavampiros, quedó en tercer puesto. El cuarto lugar fue para Tony Soprano, mientras que en el quinto se situó el Joker de Jack Nicholson, de la saga Batman.

En el top ten también se incluyó a Rachel Green, el personaje de la serie Friends que interpretaba Jennifer Aniston.

Los puestos siete y ocho los ocuparon dos personajes cinematográficos: El Joven Manos de Tijera y Hannibal Lecter. Siguieron en la lista Carrie Bradshaw, de Sex in the City, y el personaje animado:“Bob Esponja”

La vuelta de Tintin y el racismo


Mientras el periodista más famoso de Bélgica se prepara para la gran pantalla, surgen preguntas en torno a si sólo su físico necesitaba un cambio de imagen o quizás algo más.

‘The Secret of the Unicorn' del director de cine Steven Spielberg es una historia sobre barcos hundidos y tesoros que muestra a Tintin como un héroe de capa y espada, listo para derribar a cualquier villano.

Se espera que sea la primera de una trilogía de películas de Tintin. Sin embargo, un aspecto totalmente distinto del reportero está llamando la atención en su país natal Bélgica.
En Bruselas, se desarrolla un caso de tribunales, denunciado por un estudiante del Congo que alega que una de las historietas del dibujo animado, ‘Tintin au Congo', es racista y deberían prohibirlo o al menos tener un aviso de advertencia en su tapa.



"Decimos que hay un trabajo en él que muestra superioridad de una raza sobre la otra. Esto es inadmisible", dijo el abogado Papis Tshimpangila que está llevando el caso.

La versión en idioma inglés del cuento ha sido introducida con una advertencia que insta a los lectores a tomar la historia en el contexto de su tiempo.

La tienda de libros Borders lo sacó de su sección para niños el 2007 en el Reino Unido y Estados Unidos siguiendo una recomendación de la Comisión para Igualdad Racial.

"Tenemos que terminar con la discriminación entre las personas que hablan inglés y las que hablan francés", dijo Mbutu Mondondo Bienvenu, quien personalmente ha financiado el caso legal en Bélgica desde que se inició el 2007.

"Incluso si vendo todos mis zapatos y mis muebles, creo que el resultado es más importante que las cosas materiales", le dijo Bienvenu a los reporteros afuera de tribunales en Bruselas a principios de mes.

Moulinsart, la fundación que posee los derechos de Tintin, se ha rehusado a poner un aviso de advertencia en el libro de 1931, diciendo que existen muchos otros libros que podrían ser acusados de discriminación.

"Creemos que no es necesario poner una advertencia como esa. Felizmente lo haríamos si nos piden en las novelas de Jules Verne o Charles Dickens", dijo un vocero de la fundación.

Georges Remi, comúnmente conocido por su seudónimo Herge, también ha sido acusado de antisemitismo. "Los dibujos de Herge eran parte de una gran tradición europea de 'suave' antisemitismo. Todo sobre la personalidad de Herge sugiere de que habría estado consumido por el remordimiento de haber estado al tanto del destino de los judíos que caricaturizaba", dijo Moulinsart.

Contribuyó con caricaturas para el periódico belga Le Soir, uno de los pocos diarios autorizados por los ocupantes alemanes durante la Segunda Guerra Mundial.

"Uno no puede negar que algunos libros son antisemistas y no se puede negar que los cuentos de 1930 eran abiertamente colonialistas y racistas en el sentido de que el colonialismo era racista", dijo Laurence Grove, un profesor de la Universidad de Glasgow y prominente "Tintinologista".

"Pero si vemos los libros de más tarde como el de 1960 'Tintin au Tibet', sus actitudes han cambiado completamente", dijo Grove. Notó que otros héroes ficticios como James Bond han evolucionado dramáticamente durante las últimas décadas al mismo tiempo en que las opiniones públicas han cambiado.

"Tintin evoluciona de la misma manera y estoy seguro de que la película de Spielberg de Tintin puede hacer el mismo tipo de trabajo (...) Sospecho que él estará utilizando armas y salvando el mundo. Que los malos serán atrapados", dijo Grove




via: el espectador @libreros