9 feb 2009

" Las memorias de las células "

"A través de la memoria celular que estamos condicionados a vivir la vida como la vivimos. Todo esto empezó con Paul Pearsall, que a pesar de haber sido considerado un loco por estudiar qué sucede cuando una persona recibe un órgano trasplantado, ahora está siendo cada vez más respetado. Él analiza cómo los rasgos, hobbies y limitaciones de la persona que donó el órgano se transmiten (o no) al receptor."


" Se pueden heredar tendencias virtuosas, se ha comprobado por ejemplo que hay personas a las que ni siquiera les interesaba la poesía y después de un trasplante del corazón comienzan a escribirla. También se detectaron cambios en la sexualidad, como en el caso de una mujer que era lesbiana y después de la operación deja de serlo. Inclusive se rastrearon variaciones en los hábitos alimentarios. Yo no sé si vas a ir a matar a alguien, pero yo recibí el email de una mujer hace unos meses, contándome que su marido estaba teniendo una serie de cambios de comportamiento que la estaban llevando a pensar en separarse de él. El hombre recibió el corazón de un joven de 25 años que formaba parte de banditas armadas traficantes de drogas. El hombre que recibió su órgano no toma alucinógenos, pero se convirtió en una persona mucho más agresiva de lo que era. "


" No debería serlo… Todos guardamos memoria en nuestro cuerpo de lo que han sido los sucesos felices o traumáticos por los que pasamos a lo largo de la vida.
Noticias: Si tuviera que localizar esa memoria corporal…
Díaz: Lo que imprime la memoria en las células es el campo electromagnético, una energía que todos los seres humanos tenemos y que en la Antigüedad se denominaba como “alma”. En algún otro momento se lo llamó subconsciente, la parte escondida del iceberg, esa adonde está toda la información que condiciona la vida de alguien."

" El grado de condicionamiento que tenemos es altísimo, mayor del que podemos imaginar. El color de la piel, la forma de los ojos, de los órganos, de los huesos, de las articulaciones, todo está condicionado por nuestros antepasados. Del mismo modo, recibimos rasgos psicológicos y tendencias emocionales. Lo que pasa es que resulta sencillo aceptar que tengo la voz de mi tatarabuela para el canto, o el mismo talento de mi abuelo para los deportes. ¿Pero qué hay del resentimiento, de los celos, del miedo a estar solo, del temor a que me maltraten? ¿Y sobre la necesidad de ser aprobado, aceptado, incluido? "

(Sigue)
Andrea Gentil agentil@perfil.com.ar




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