-¿Comparten los códigos de humor?
M. A.: -Creo que tenemos un sentido del humor parecido, pero no es mimético. Mi acercamiento a la sitcom norteamericana es el punto más alejado de Tute. Además, yo tengo un origen más cercano a la historieta y él, al humor gráfico.
T.: -Los dos somos cultores de un amplio abanico dentro del humor: podemos reírnos de las groserías más guarras y de los chistes más refinados. Como punto de contacto también podría mencionar la poesía, en especial el trabajo que hace Max en el sitio web Historietas reales. La suya, que se llama Los resortes simbólicos , está cargada de poesía. En ese punto hay un contacto con mi página dominical en la Revista de LA NACION.
-¿Se ponen límites u objetivos para hacer humor?
T.: -Cuando hacía el cuadro diario, en la última etapa me sentía muy libre. Pensaba una idea sin un camino prefijado, lo que me causara gracia iba a estar bien. La primera etapa, en cambio, había sido más esquemática. Tenía una carpeta con chistes clasificados por temas: astronautas, política, deportes. También, una que se llamaba Varios. Un día me di cuenta de que ésa estaba más llena que las otras. O sea que los chistes disparaban para otros lugares. Me dejé llevar por ese devenir y el resultado fue un humor más fresco.
-¿Creen que hay temas sobre los que es mejor no bromear o todo es posible?
T.: -Me parece que está bueno hacer humor con cualquier cosa. Pero a mí no me sale. Hay temas con los que no puedo ser gracioso. Me acuerdo de que cuando derribaron las Torres Gemelas, Rep sacó una tira que me pareció fantástica y me causó gracia, pero yo jamás podría haberla hecho. Me sentiría incómodo.
M. A.: -Creo que es válido hacer humor con cualquier cosa, el problema se produce cuando alguien se siente ofendido, cuando el chiste es forzado o se hace por puro efecto. Hay una moda de hacer humor políticamente incorrecto.
T.: -Pensando en el arte en general, no sólo en el humor gráfico, finalmente lo que cuenta es cuánto le cree uno al autor. Quino ha hecho humor con casi todo y ha sido profundo, agudo, seguramente alguna vez ha generado incomodidad. Uno lee sus tiras y ve al autor detrás. Es una obra con una ideología y una preocupación. Por ese mismo motivo hoy deja de hacer humor. Siente que se repite en las ideas, en los mecanismos. Cuando le creo al artista y lo veo detrás de su obra, no me importa sobre qué hace humor.
Tute y Max Aguirre
El oficio de hacer reír con dibujos
LA NACION
M. A.: -Creo que tenemos un sentido del humor parecido, pero no es mimético. Mi acercamiento a la sitcom norteamericana es el punto más alejado de Tute. Además, yo tengo un origen más cercano a la historieta y él, al humor gráfico.
T.: -Los dos somos cultores de un amplio abanico dentro del humor: podemos reírnos de las groserías más guarras y de los chistes más refinados. Como punto de contacto también podría mencionar la poesía, en especial el trabajo que hace Max en el sitio web Historietas reales. La suya, que se llama Los resortes simbólicos , está cargada de poesía. En ese punto hay un contacto con mi página dominical en la Revista de LA NACION.
-¿Se ponen límites u objetivos para hacer humor?
T.: -Cuando hacía el cuadro diario, en la última etapa me sentía muy libre. Pensaba una idea sin un camino prefijado, lo que me causara gracia iba a estar bien. La primera etapa, en cambio, había sido más esquemática. Tenía una carpeta con chistes clasificados por temas: astronautas, política, deportes. También, una que se llamaba Varios. Un día me di cuenta de que ésa estaba más llena que las otras. O sea que los chistes disparaban para otros lugares. Me dejé llevar por ese devenir y el resultado fue un humor más fresco.
-¿Creen que hay temas sobre los que es mejor no bromear o todo es posible?
T.: -Me parece que está bueno hacer humor con cualquier cosa. Pero a mí no me sale. Hay temas con los que no puedo ser gracioso. Me acuerdo de que cuando derribaron las Torres Gemelas, Rep sacó una tira que me pareció fantástica y me causó gracia, pero yo jamás podría haberla hecho. Me sentiría incómodo.
M. A.: -Creo que es válido hacer humor con cualquier cosa, el problema se produce cuando alguien se siente ofendido, cuando el chiste es forzado o se hace por puro efecto. Hay una moda de hacer humor políticamente incorrecto.
T.: -Pensando en el arte en general, no sólo en el humor gráfico, finalmente lo que cuenta es cuánto le cree uno al autor. Quino ha hecho humor con casi todo y ha sido profundo, agudo, seguramente alguna vez ha generado incomodidad. Uno lee sus tiras y ve al autor detrás. Es una obra con una ideología y una preocupación. Por ese mismo motivo hoy deja de hacer humor. Siente que se repite en las ideas, en los mecanismos. Cuando le creo al artista y lo veo detrás de su obra, no me importa sobre qué hace humor.
Tute y Max Aguirre
El oficio de hacer reír con dibujos
LA NACION
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