El vestido blanco. En todas versiones, la temporada próxima seguirá siendo un básico. A la rodilla y asimétrico, como propone Adolfo Domínguez; con cinturón metálico, como Juana Martín; cortísimo y con volúmenes origami, como AA de Amaya Arzuaga; deconstruido, como Lemoniez; en plan cabaretera western, como María Escoté; o, casual chic, como Sita Murt. El «little white dress» gana por goleada al clásico negro.
2. Look tribal. Ya sea en la ciudad, en una fiesta o en la playa, todas buscaremos un toque exótico en nuestros estilismos. Martín Lamothe propone la versión más extrema, con cuernos de cerámica pegados a faldas y blusas, pero también hay opciones más suaves. Ion Fiz mostró una una colección tropical con la naturaleza como protagonista, y nos enamoramos de un mini vestido de yute, la tela de los sacos de café. Para las más atrevidas, Sara Coleman ha elaborado minivestidos de cesta trenzada.
En la playa, el toque glamouroso corresponde a Andrés Sardá, que presentó una colección de bikinis y bañadores combinados con tocados de plumas, maxipendientes egipcios y vestidos vaporosos en plan «reina del desierto».
La versión más urbana de esta tendencia la ofrecen Roberto Verino (con su «safari chic» cosmopolita) y Duyos (con sus pamelas XXL de rafia)
3. Volarás con una capa. Juanjo Oliva, ganador del premio al mejor diseñador en esta 54 edición de la pasarela, ha sido el diseñador que mejor ha captado esta tandencia. No se trata de parecer una «superwoman» al rescate, sino de captar todas las miradas con vestidos súper fluidos y una capa que le dé movimiento.
4. El escote... por detrás. Aunque el tradicional escote delantero sigue presente en casi todas las colecciones, nos hemos fijado en la espalda como un escote más sutil, fino y chic. Teresa Helbig capta a la perfección esta tendencia tan francesa, en mini vestidos súper cool pensados para pasear por la costa azul francesa.
5. Vuelta a la inocencia. Se acabó lo de la mujer agresiva. La próxima temporada viene llena de flores (una versión de las «Liberty», como en Ana Locking), espíritu «college» (como las gafas de «empollona» de TCN), los detalles femeninos (como los lazos a la espalda en Lemoniez) y los colores suaves (como la paleta pálida de Teresa Helbig)
6. El valor de los complementos. Ahí es donde las marcas hacen una importante parte de su negocio. Los diseñadores lo saben y por ello han subido a la pasarela multitud de accesorios que irán directos a las tiendas. Nos quedamos con las gafas «eye cat» en carey de Duyos, los bolsitos bicolores de mano de Devota&Lomba, los bolsos de Teresa Helbig o las carteras de Adolfo Domínguez.
7. Adiós al negro. En épocas de dificultades (y más si las altas temperaturas acompañan) nuestro armario tiene que llenarse de colores optimistas. Así lo cree Davidelfín (con una colección de patchwork en el patronaje), o Hannibal Laguna: las noches de gala entierran también el negro.
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